Hay contradicciones

Hay hijos indeseados y padres que no quieren a sus hijos. Hay castigos que duran toda la vida. Hay frases que buscan quien las consuma. Hay más consumidores que pensadores. Hay verdades que parecen mentira y mentiras hechas verdad con devoción y dinero. Hay mil formas de comunicarse y casi nadie habla para decir algo en serio ni a tiempo. Hay una cantidad de amor que se puede comprar y tener, hay quien lo exhibe y hay quien nunca será $amado$. Hay tanta hipocresía en la dramatización del dolor usado como defensa contra el mundo al que hay que adaptarse que expresar dolor del alma no se practica ¿Hay un mundo? ¿Hay millones de mundos? Había un antes, un ahora y un después. Ahora solo hay superficies de colores, infinito vacío y nada más. Hay palabras sin lenguaje. Hay un lenguaje que no performa sino que deforma y una capacidad intelectual atrofiada. Hay una libertad aparente que en su expresión meramente consumista y reactiva pero llena de carencia ideológica, no reconoce el poder de manipulación que urge a tomar partido inmediato sobre las ficciones antes de su entendimiento y no da cuenta de la desinformación que hay tras ello. Hay un reality de la vida 24/7. Hay una vida antes y hay la vida que comenzó post 2010, la vida virtual-real que asocia todo con referentes que hay en un contenido audiovisual de terceros. Hay solo intoxicación aspiracional de las mentes y hay una representación exageradamente capitalista de los valores justo después de haberse perdido todos los valores vitales y los relatos que sostenían un orden y una relación del hombre con el mismo. Hay un aferramiento a la idea de participar de la vida como un actor productivo y hay solo ambición de conservarlo todo como está, reproduciéndolo, cada vez más adaptados a la dinámica del ser-tener. Lo que no hay son miradas entre semejantes ni cultura de comunidad, hay solo personas, hay ideas de evolución y de aspiración hacia la consumación de un yo por el yo mismo pero no hay un punto de cambio como conjunto. Hay dos sexos y hay incontables géneros que parecen hacer infelices e incomprendidos a los pobres imberbes que los eligen cual sabores de la góndola con el efecto de un destino hacia el carnaval eterno, pero tal carnaval que aún es visto así por muchos, ya que la idea binaria de la sexualidad es una percepción que viene del hecho de que el pensamiento del ser humano es binario. Hay libertades que no conviven con los estándares de la civilización que no vive en un carnaval constante y pero se expresan dentro de ella libremente y demandan una revolución de todas las convenciones sin proponer una razón, un argumento social-humano que pueda ser pensado como una necesidad que en la sociedad debe estar contemplada para una mejor calidad de vida o para tener personas más felices entre nosotros y entonces se crean nuevas intolerancias de allá para allá. Hay falta de proyecto y falta de madurez en el acto de querer que la mirada de las esferas de lo social tomen en cuenta a estas nuevas acciones políticas individuales de género y transgénero que nadie prohibe, que exigen desestabilizar los órdenes convenidos para su comodidad porque en términos de lo que son, son elecciones, quien elige cambiar de sexo es consciente de que hay un baño para mujeres y un baño para hombres, esto no dejará de ser, es decir, el paradigma no cambia al cambiar tú de ideas o de inclinaciones o de sexo, esto es muy difícil de entender pero es una triste realidad que a todos nos atraviesa, sean minorías o mayorías las voluntades y libertades se deben adaptar todas a lo establecido de lo que puede ser y lo que no puede ser aunque siempre quedará en el fuero interno la libertad y completa posibilidad de no estar de acuerdo pero no por ello se debe entonces caer en el arrebato de pedir la suplantación de las normas aceptadas dentro de una sociedad democrática (hay un baño para hombres y hay un baño para mujeres, y ya) por otras que solo pertenecen a una variante voluntaria de la forma de autopercepción y en eso la libertad está garantizada. Hay, en el mejor de los casos en una sociedad democrática, una clara dominación de la voluntad de las mayorías, existen otras donde la relación entre la minoría y la mayoría, políticamente hablando, no se manifiesta, no se expresa, es censurada o prohibida. Hay una persecución asfixiante por el reconocimiento social que obnubila el objetivo del aquí y el ahora. Hay un uso de la libertad desatinado y que más que hacer de su uso un placer parece querer imponer nuevos ismos igual de dominantes que los machismos y los feminismos, y hay un mismo animal practicándolos pero con bandera de libertad y de derecho. Hay una exageración y demasiada exhibición sobre el respeto a la diversidad hasta el grado de confundir los espacios de interacción privados y públicos como espacios de celebración del “orgullo” en nombre del desarrollo libre y sano de la personalidad políticamente transgresora de las convenciones de género y aun así, hay un duro hermetismo que pone en quiebra la convivencia ¿Cómo se supone ahora que debe ser la convivencia entre todos los integrantes de un sociedad, de un grupo, si hay falta de diálogo, si hay una dialéctica de intolerancias, si hay discursos prohibidos, si hay censura al desacuerdo, si hay una demanda imberbe de poder exaltar el orgullo y al mismo tiempo una reacción infantil hacia los antagonismos y las críticas? Hay una reacción tardía, hay barreras que confunden lo público y lo privado, ya no hay privado, todo es público, pero las críticas deben ser prohibidas, censuradas, expulsadas y reprochadas, hay una reacción tardía y hay que decirla, hay que explicarla y hay que dejarla pasar. No hay que volver para atrás, hay que convivir y enseñar nuevamente el valor de lo público y lo privado en una sociedad donde todo se comparte y todo puede ser visto por todos, hay que educar que entonces también todos en su entera libertad de opinar pueden estar o no a gusto con una u otra expresión. Hay que conservar la convivencia y hay que reconocer expresiones maduras frente a tanta inmadurez tardía. Hay que pensar cómo, hay que decir a través del dialogo y el debate, hay que aceptar pero también hay que refutar, hay márgenes que pueden flexibilizarse, todos, pero no se pueden desdibujar el cosmos social-histórico y científico, hay que redibujarlo con sus nuevas ideas, el cambio es la integración y la destrucción de atavismos que no permitían cierto tipo de ser, ver y pensar. Hay que limpiar instituciones, hay que nutrir y socializar la cultura en los espacios públicos y privados con nuevos comportamientos. Hay que dejar el teléfono idiota en casa y dejar de exhibir las preferencias e ideas si no estamos enterados de que los demás pueden exhibir los suyos y que nadie será todo el tiempo reconocido y aceptado por obligación de un nuevo orden de imposición moral. Hay queso, hay pan, hay café, hay un desayuno. Hay democracias en constante formación. Si hay que controlar y educar la naturaleza instintiva hay una natural armonía plenamente perdida. Hay que parar de sacar de contexto las cosas. Hay que exigir la relación de un hecho con su contexto. Los hechos nunca son independientemente del contexto sino todo lo contrario. Hay a quien le cuesta más que a otros ir con el cambio hacia un estado de felicidad social. Hay siempre la posibilidad de estar mejor, porque mierda, sea como sea, nunca vamos a estar bien.

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